OLFATO.

 

OLFATO





La mucosa olfatoria era llamada antiguamente como la pituitaria. El epitelio olfativo, que reside en la parte más elevada de nuestro hueso etmoides, recoge las partículas aromáticas que entran en nuestra fosa nasal, tanto a través de las narinas (orificios nasales), como de las coanas (orificios posteriores que comunican con la faringe). Ese epitelio era dividido entre pituitaria roja y amarilla, ésta última, la más superior y la realmente encargada de reconocer la información olfativa. Se estima que disponemos entre 20 y 30 millones de células olfativas y se sabe a día de hoy, que tienen capacidad regenerativa.


5.1 ANATOMIA DEL OLFATO

 

La anatomía del sistema olfatorio es bastante parecida en todos los vertebrados. La parte de

la nariz, exterior, sólo sirve para recibir y canalizar el aire que contiene las moléculas olorosas.

 

La percepción se inicia en los receptores que se encuentran en la parte profunda de la cavidad nasal.

Las células receptoras olfatorias se encuentran en una fina lámina que constituye el epitelio

olfatorio.  Las células receptoras son células nerviosas bipolares, procedentes originalmente del

SNC.  Se diferencian durante la vida fetal a partir de células basales precursoras y este proceso

continúa durante toda la vida adulta. Las células en desarrollo envían sus dendritas desde el soma

hasta la superficie epitelial (recubierta de mucus) y sus axones (finos y amielínicos) hacia el bulbo

olfatorio, localizado en la parte inferior del lóbulo frontal cerebral.  Después de 60 días de vida

media, degeneran y son fagocitadas.  Las células receptoras olfativas son las únicas neuronas

conocidas que sufren un recambio continuo a lo largo de la vida adulta.


5.2 CLASIFICACION DE OLORES

 

Una vez que las partículas llegan a nuestra primera neurona olfativa, el estímulo químico se transforma en un estímulo eléctrico, conducido por los axones hasta el bulbo olfatorio. Los axones han atravesado la lámina cribosa, una estructura microperforada, que comunica nuestra nariz con el cerebro. Los axones terminan en unas estructuras llamadas glomérulos olfatorios, responsables de la amplificación de la señal eléctrica. Desde los glomérulos olfatorios, la información es conducida hasta el sistema límbico, el hipotálamo y hasta la corteza cerebral, tanto temporal como frontal. El nervio olfatorio es nuestro primer par craneal, de los doce que consta nuestro cuerpo humano. El genoma de los mamíferos contiene una gran cantidad de genes relacionados con la olfacción. Cada uno de ellos, codifica una proteína que actúa como receptor específico de cada sustancia odorífera. Se cree que tenemos unos 1000 receptores diferentes, por lo que la familia de proteínas receptoras del olor, es una de las mayores del genoma.

El reconocimiento de un olor determinado viene dado por la estimulación simultánea de varios receptores, por lo que las combinaciones son casi infinitas.

En 1991 se descubrieron los primeros genes de las proteínas receptoras del olor y en 1996 fue caracterizado el primer receptor olfativo humano.

Los olores se clasifican en 10 categorías básicas:

 Fragante/floral

Leñoso/resinoso

Frutal no cítrico

Químico

Mentolado/refrescante

Dulce

Quemado/ahumado

Cítrico

Podrido

Acre/rancio








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